“No temo ni a la muerte ni a la tortura. No sé por qué quieren matarme. Vengo aquí a confirmar la paz y mostrarles el camino al cielo”.
Isaac Jogues a sus torturadores Mohawk
El 1 de agosto de 1642, el P. Isaac Jogues fue capturado. Durante su cautiverio, sus captores de la tribu Mohawk lo apalearon sin misericordia hasta que perdió el conocimiento. Luego le mordieron las uñas y lentamente los dedos índice de ambas manos. El P. Jogues logró escaparse, pero debido al estado de sus manos ya no podia celebrar la misa. Con el tiempo sanó y recibió un permiso especial del Papa Urbano VIII para celebrar, a pesar de no tener los dedos necesarios para sostener la Sagrada Hostia. Pero su amor por aquellos Mohawk era tanto, que se sintió obligado a volver donde ellos. Sabiendo que probablemente sería capturado de nuevo y asesinado, escribió una última carta a un amigo: “Tendré que quedarme entre ellos, casi sin libertad para rezar, sin la misa, sin los sacramentos, y me harán responsable de todo lo que suceda entre ellos y los iroqueses, los franceses, los algonquinos y otros. ¿Qué puedo decir? Mi esperanza está puesta en Dios”.
Señor Jesús dame el valor de sufrir por ti como lo hicieron tus santos mártires a través de los siglos. Que su ejemplo me fortalezca en las tribulaciones de mi vida. Amén.
Fr. Patrick Mary Briscoe, OP, Eucharist
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