“Obedeced al obispo y al presbiterio en unidad de mente, rompiendo un mismo pan que es medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, y alimento para vivir en Jesucristo por siempre. ”.
San Ignacio de Antioquía
La Eucaristía es un antídoto contra la muerte. No la muerte corporal, sino la muerte eterna. La Eucaristía no nos sostiene para una simple existencia física. No es la fuente de la juventud. No obstante, leemos en la Sagrada Escritura: “Este es el pan bajado del cielo y no es como el que comieron sus padres, y murieron. Quien come este pan vivirá siempre” (Jn 6,58). Sabemos que la Eucaristía es el Pan de Vida y que nos alimenta espiritualmente. Para santo Tomás de Aquino, de la misma forma que el cuerpo necesita alimento y medicina, también el alma. El Doctor Angélico llama a la Eucaristía “sustento espiritual y medicina espiritual” que alimenta y sana. Con razón dice el Papa Francisco: “La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles”.
Padre celestial, sáname de todo pecado y falta que separa mi corazón de ti. Concédeme la gracia de la conversión para abrazar tu misericordia y confesar mis pecados. Que yo corra a la Eucaristía, medicina de inmortalidad, para alcanzar fortaleza y sanación. Amén.
Fr. Patrick Mary Briscoe, OP, Eucharist
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