LA LECTURA EXIGE DISCIPLINA. La lectura espiritual, en especial es una disciplina.
Se distingue de otro tipo de lectura porque es algo que asumimos, quizás a petición del director espiritual, para guiar nuestro crecimiento en la virtud, conocimiento de doctrina y unión con Dios. No es leer para pasar el tiempo, ni para educarnos. Debe llevarnos a la oración y es en sí misma una forma de oración.
Necesitamos ayuda para encontrar obras que sean acorde a nuestra circunstancia particular… Debemos asegurarnos de que nuestra lectura espiritual no se base en capricho, intereses o idiosincrasias personales… Lo mejor tanto para usted como para mí, es aquello que nos recomienda un director espiritual experimentado.
La lectura se hará con regularidad. De hecho, deberá ser diaria y nunca ser algo cansón… Empecemos, como con las comidas, con una oración… No es bueno ser glotones en nuestra lectura espiritual… Leamos despacio, para asimilar, leyendo un poquito, orando y dándonos tiempo para digerir lo que hemos leído.
Nuestras necesidades cambiarán de acuerdo a las circunstancias de la vida… Pero escuchemos el llamado que escuchó San Agustín hace ya tanto tiempo: Tolle, lege! Tolle, lege! (¡Toma y lee! ¡Toma y lee!) Es una disciplina que nos ayudará a avanzar en la vida espiritual.
Traducción del libro de Scott Hahn, Signs of Life (New York: Doubleday, 2009) Páginas 119, 120, 121. Con permiso del autor.